El próximo viernes 2 de diciembre, este blog cumplirá dos años. Creé el blog gracias a la insistencia y ayuda de mi amigo Fabio de Minicis, que tiene el blog de diseño Fabiobook y como no sé si nunca le he dado las gracias, aprovecho el momento para hacerlo. Las estrellas que encabezan mis críticas, que quizás no lo habíais pensado jamás, pero son estrellas con parte del cartel de la película que da nombre al blog Lost Highway, también son creación suya.
Empecé el blog con cierta inocencia y un par de pretensiones, luego todo evolucionó un poco sobre la marcha. La primera era cubrir el festival de Sitges al que iba asistiendo hacia muchos años y aportar aquí mi experiencia y mi pasión por él, cosa que he realizado los dos años del blog, acreditado y muy feliz. La segunda, aprovechar la desmesurada cantidad de películas que había visto, estrenadas (o no) durante la primera década del S.XXI, para realizar una lista de las 200 mejores películas que había visto pertenecientes a aquella década. Fue un trabajo enorme que realicé desde la inconsciencia y que ahora no me atrevería a hacer ni de broma. Sin embargo no me arrepiento, ya que siempre han sido los posts que reciben más visitas (como podéis ver en el margen derecho) y a nivel personal, más elogios. Siempre que puedo (creo que de forma justificada, debido al curro que me supuso) aprovecho la ocasión para redirigir allí a la gente que no vio la lista en su momento, así que, hoy, a punto de cumplir dos años de blog, no va a ser menos. Si os interesa, podéis leer aquí Mis 200 películas imprescindibles de la primera década del siglo XXI.
Entre las 200 películas que entonces reseñé había un par de David Cronenberg: Spider y Una historia de violencia y una de Carlos Sorín: Historias mínimas. Ambos directores han estrenado film este viernes y un servidor ha logrado ver las dos brillantes propuestas. Vamos con ellas.
Mi película de la semana: Un método peligroso
No voy a empezar a gritar a viento y marea mi pasión por David Croneneberg, que como he venido diciendo estos días es uno de mis directores favoritos de la actualidad. Voy a resumir mucho diciendo que es un director canadiense que empieza su carrera con un opinable cine de terror de bajo presupuesto, para después, sin abandonar el género crear una especie de sub-género que se bautizó como "la nueva carne", una especie de gore vs tecnología que removió mentes y estómagos y que en los últimos años ha ido mutando hacia un cierto clasicismo formal y unas historias mucho más contenidas y psicológicas. De su segunda etapa cabe destacar Videodrome, La mosca, Inseparables, El almuerzo desnudo o ExistenZ y de esta última Spider, Una historia de violencia o la que hoy nos ocupa, Un método peligroso.
Antes que nada advertir que Un método peligroso es cine complejo y denso que requiere de cierta predisposición, estado de ánimo y mente abierta para valorarla en su justa medida. Sé de personas con gustos más que interesantes que no han logrado entrar en el film y que por consiguiente han salido de la sala con cierta indiferencia. No ha sido tal mi caso. Fascinado por lo qué se explica y por cómo se nos explica, creo que Un método peligroso es una película que juega en otra liga, comparada con la mayoría de estrenos que nos invaden; una obra maestra que pese a su contención, logra producir pequeñas explosiones en nuestro cerebro y en nuestra sensibilidad durante las horas posteriores a su visionado, para crecer más si cabe, que cuando salimos del cine.
La historia, basada en hechos reales y apoyada en la correspondencia conservada, nos explica el extraño triángulo que se produce entre los psiquiatras Sigmun Freud, Carl Gustav Jung y la paciente primero y psiquiatra también después Sabina Speilrein. La película trata los días del nacimiento del psicoanálisis y nos sumerge en un apasionante mundo de ideas, de reuniones intelectuales con líderes y discípulos, de egos y desavenencias pero sobretodo de pasión por el saber. Es una época, finales del siglo XIX, principios del XX, en que la intelectualidad (literaria, científica) se reunía en cafés, en casas, o donde fuese para compartir y evolucionar. En este aspecto, la época, culturalmente hablando, me parece apasionante.
Los densos temas que trata la película, de forma fragmentada y elíptica (de manera que a veces, si uno no conoce el tema, puede andar algo perdido) están llenos de verdad. La dualidad del ser humano por ceder a sus impulsos sexuales o contenerse, pocas veces ha estado tan bien tratada desde un punto de vista meramente psicológico como en esta película. El dilema sobre si la obligación del psiquiatra es curar o ayudar a que la persona viva consciente de sus enfermedades de la mejor manera posible es de una altura no solo psicológica, sino incluso filosófica. Además la película enfrenta dos personalidades muy fuertes en que en una aflora el pragmatismo y en otra cierto idealismo, en una la rigidez y en la otra una cierta sensorialidad en actos e ideas, al fin y al cabo, dos maneras de ver la vida. A todos estos temas temas tratados con la virtud de la buena palabra cabe añadir otros temas implícitos pero no desarrollados como el florecimiento del nacismo, la diferencia de clases o el obvio machismo de la sociedad. Además, la historia de amor entre Jung y Sabina está tan alejado de los tópicos, los lugares comunes y la sensiblería como cargada de un brutal, auténtico y emotivo romanticismo trágico (porque no olvidemos que el romanticismo y el concepto de tragedia siempre han ido cogidos de la mano, el resto es ñoñería moderna).
Todo ello lo sirve David Cronenberg con una elegancia impoluta y un estilo, más que nunca clásico en su director. Todo lo que cuenta es muy contenido y sobre todo muy sutil, por lo que espectadores que esperan más sensacionalismo se pueden sentir algo defraudados. Uno tiene la sensación de que los planos están medidos con una precisión quirúrgica y de que nada sobra en el resultado final. Sin embargo si cabe aclarar que el montaje que antes señalábamos fragmentado y muy elíptico deja espacios en blanco que el espectador puesto en el tema sabrá rellenar con su sapiencia y que el más ignorante, entre los que me incluyo, deberá documentar para una segunda visión más completa. Yo ya estoy en ello, apasionado.
El reparto está genial, destacando un preciso y enorme Michael Fassbender y perdonando cierta sobreactuación en los primeros cinco minutos de Keira Knightley que a algunos (a mi no, entre otras cosas porque no sé como se comporta una enferma con su cuadro clínico) ha molestado mucho. A estos cinco minutos de Keira, por buscar algún pero, añadiré la escena del barco, un pegote digital en medio de la elegancia clásica que sin duda debió ser omitido del montaje final y el último sueño de Jung, demasiado obvio para la sutileza imperante en la película.
David Cronenberg compone con Un método peligroso una película única, muy culta, muy arriesgada en los tiempos que corren, que funciona como un reloj de precisión y que crece tras su visionado que según mi opinión, figura de largo entre las mejores cintas del año.
Otras películas que he visto
Carlos Sorín se dio a conocer en España con el brillante largometraje Historias mínimas, una historia que brillaba en su pretendido minimalismo de historias cruzadas en la Patagonia argentina. Tras esta película, sin abandonar nunca su minimalismo extremo convertido un poco en su marca de fábrica, no pudo evitar repetirse un poco en propuestas como Bombón el perro o El camino de San Diego. Sin embargo, sin renunciar al minimalismo del que hablamos se empieza a reinventar hace un par de años con la espléndida y emotiva La ventana. Con El gato desaparece da un paso más en esta reinvención sin traicionar su concepción del cine. Con una trama pequeñita, con pocos personajes y un guión que sugiere más que muestra, Sorín disfraza su última película de thriller psicológico minimalista. Después de varios meses de internamiento en una clínica psiquiátrica, a raíz de un violento e inesperado brote psicótico, los médicos dan de alta a Luis. Beatriz, su mujer, experimenta sentimientos contrapuestos: por un lado, la alegría de recuperar a quien ha sido su pareja durante 25 años, pero, por otro, la inquietud que le produce no saber si seguirá siendo el mismo de antes o si, por el contrario, aquel oscuro episodio volverá a repetirse. La película juega al equívoco, a no saber si en realidad está ocurriendo algo fuera de lo común en este retorno o si la mujer del protagonista duda por su propio miedo. La película (que me recuerda a propuestas tan diferentes como Por tu culpa o La casa del diablo por su terror que de tan minimalista es casi tan inexistente como a su vez, puro) muestra escenas cotidianas que sabe teñir tenuemente de tensión, de ambiente malsano y de humor algo surrealista. Se ve con agrado y se beneficia de un brillante final. Muy recomendable.
Resto de estrenos de viernes 25 de noviembre
Han habido bastantes. De entre los comerciales destaca el spin off de Shrek, El gato con botas, con la voz y el arte de nuestro Antonio Banderas, que se ha doblado al inglés, al español, al español latino y al italiano. Ahí es nada. Viene con muy mala crítica (y con casi tres años de retraso, que no creo que sea casual) la cinta francesa con reparto internacional Premonición, un thriller sobrenatural en que destaca la presencia de un algo perdido en los últimos tiempos John Malkovich. Algo avalado por su presencia en la Sección Oficial de Berlín y por premios secundarios en el festival de Sevilla viene el drama alemán, ambientado en los 60, Si no nosotros, ¿quién?. Sin demasiada información sobre ellas llegan otras dos propuestas europeas, la comedia, de nuevo alemana Todo un hombre y la comedia dramática rumana La chica más feliz del mundo. Los últimos dos estrenos son dos documentales españoles, sobre especulación inmobiliaria e inmigración respectivamente, para los que hay ciertas expectativas al ser la segunda y tercera película de directores con interesantes y novedosas óperas primas. Mercedes Álvarez, tras la muy reivindicada a nivel muy intelectual El cielo gira, nos brinda Mercado de futuros y Santiago A. Zannou tras los Goyas obtenidos por la película de ficción El truco del manco, rueda su segundo documental consecutivo, titulado La puerta de no retorno.
Pues quedan los estrenos de diciembre, cinco semanas más, antes de despedir esta sección semanal que llevo realizando todo el año. No me voy a quejar porque diciembre (en general todo el año ha sido bastante interesante) viene cargado de nombres propios. Estrenos de Gus Van Sant, Robert Redford, Tomas Alfredson, Aki Kaurismaki, además de las espléndidas Drive y The Artist nos auguran un diciembre muy cinéfilo. A disfrutarlo.