Del 14 al 31 de diciembre se celebra la tercera edición del Festival Márgenes, un certamen que busca producciones muy al margen del sistema y las difunde de forma gratuita en la web
http://www.margenes.org/ y en algunos casos (podéis ver la información en la misma página) las estrena es salas (de Madrid, Córdoba, Montevideo y México DF). En esta edición las doce películas que participan en el festival amplían su procedencia geográfica con respecto a los dos años anteriores y a parte de cintas españolas podemos encontrar de América latina y Portugal. He tenido la ocasión de ver las doce películas por adelantado para poder escribir un artículo para el Periódico Escuela (bienvenidos), así que hoy, a dos días de que empiece el festival, complemento dicho artículo con estas críticas de las doce películas en cuestión para los lectores del medio gráfico y también os acerco a los de siempre, mis amigos, mis fieles, mis opiniones sobre estas propuestas muy alternativas, distintas, curiosas y que en algunos casos merecen la pena.
Como siempre por orden de la que más a la que menos me ha gustado. Bienvenidos al cine al margen. Os invito a descubrirlo.
Fogo es una película espléndida, hermosa y triste, que sin duda es de largo la propuesta más interesante del Festival Márgenes. La cinta, que participó en la quincena de realizadores de Cannes 2012, podríamos etiquetarla como un documental ficcionado o una ficción con apariencia de documental, es decir, un híbrido entre ambos. Durante su escasa duración de 60 minutos la película nos transporta a la isla de Fogo que se encuentra en el extremo más septentrional de Terranova, al noreste de Canadá. Se trata de una fría e inhóspita región de 25 km de largo y 14 de ancho donde el hielo, la nieve y el viento se han apoderado del lugar. El paisaje es muy importante en una película extremadamente contemplativa. No solo esa grandeza, esa desertización de una zona, esa nieve y hielo majestuosos pero amenazantes nos envuelven durante el visionado, sino que también el sonido del agua y sobre todo del viento o del crujir de las puertas o las pisadas nos transportan de forma sugerente a una zona tan bella como extrema para vivir. Pero no solo de mostrarnos y dejarnos oír el lugar vive la película. Otros temas son sugeridos con frialdad pero precisión como la pertenencia a un lugar, irrenunciable sean cuales sean las consecuencias, la dureza de las condiciones de vida en lugares tan desiertos y de clima tan extremo y también, la peculiaridad del tiempo en lugares como el que nos muestra el film, un tiempo que parece detenido para los habitantes del lugar, en definitiva algo parecido al no-tiempo, al infinito alargado en el presente.
Fogo es sin duda una película que requiere la complicidad y la paciencia de un espectador que debe dejarse llevar a la contemplación y la sensación, pero la recompensa está asegurada a modo de experiencia y de halo de tristeza que se produce, de forma algo abstracta, al terminar el visionado.
Para amantes del cine contemplativo de calidad, de paisajes hermosos y de experiencias sensoriales.
No puedo evitar sentir simpatía por la radical y ególatra propuesta que nos propone la película argentina
P3ND3J05 de Raúl Perrone, al parecer unos de los más extraños, personales e insobornables directores de su país, lo que le ha dado la inevitable etiqueta de director de culto. La película en cuestión es muy difícil de etiquetar o definir y pese a su interés, no puede evitar aburrir a veces (sus más de dos horas y media son una locura) o incluso acercarse en algunas ocasiones al sublime ridículo. Es lo que tiene arriesgar infinito. Vamos a intentar definir la película y encontrar sus influencias para que os podáis ubicar.
P3ND3J05 es una cinta underground experimental de ficción en blanco y negro y muda (incluso con intertítulos) pese a que mantiene el sonido ambiente a veces y otras una cuidada selección musical, de más de dos hora y media. Dentro del cine mudo bebe del expresionismo alemán y de
Juana de Arco de Dreyer (como se deja claro insertando un fragmento de la misma en el film) sobre todo en la confección de primeros planos. También es obvia la influencia de Gus Van Sant y de su tetralogía del existencialismo adolescente (
Gerry,
Elephant,
Last days,
Paranoid Park) en especial de esta última ya relacionada con el mundo skater y también incluso me atrevo a citar influencias más radicales como por ejemplo el cyberpunk de Tsukamoto. Con ese arriesgado batiburrillo y esa desmesurada duración la película nos muestra un drama en tres actos y un apéndice en que las historias y los guiones que encabezan cada acto se diluyen y se van tornando abstractos en pos de lo que realmente le interesa mostrar al director, a veces muy cercano al videoarte, los paisajes urbanos, los cielos, los rostros en primer plano de los adolescentes, sus entrenamientos de skate y sus paseos sobre todo de noche, ...
La película resultante fascina y aburre a partes iguales pero merece el elogio por su extrema independencia y la atención de interesados en festivales como Márgenes pues es un exponente claro de película realizada con muy poco dinero y con valentía por alguien al margen de todo sistema.
Para valientes con ganas de experimentar el verdadero cine underground, que se quiere a sí mismo incluso en exceso.
Falsos horizontes es un documental testimonial sobre lo acontecido en la acampada de la Plaza del Sol de Madrid en lo que se vino a llamar el movimiento del 15-M. Cinematográficamente el documental carece de valor, sin embargo, como testimonio de un momento su valor en incuestionable. El director rueda algunos momentos potentes como uno de violencia policial ante la no agresión y el pacifismo de los manifestantes y sobre todo, escucha a algunos de los acampados en sus manifestaciones sobre los porqués de su decisión de protestar y sobre los problemas estructurales que ven en la sociedad, la política y la economía. El número de entrevistados es variopinto y sus aptitudes para el discurso y sus capacidades intelectuales son también diversas, así habrá momentos de argumentaciones muy interesantes y otros mucho más superficiales pero al fin y al cabo, se ofrece un mosaico bastante fidedigno de la masa acampada durante aquellos días en la Plaza del Sol. E inherente al documental subyace la sensación de tristeza por aquéllo que hoy sabemos que fue una derrota más. La única duda que me queda y que me asalta durante el visionado de la película es si un director de cine en una situación tan propicia no podría haber sacado más jugo a la historia y haber hecho algo más potente. Pero al menos alguien estuvo y dejó constancia.
Para todos aquellos interesados en nuestra historia reciente.
El espacio entre las cosas es una cinta experimental peruana por momentos muy interesante. Premiada en un festival de Lima por un jurado encabezado por el tailandés ganador de la Palma de Oro Apichatpong Weerasethakul, la cinta es un conjunto de hermosas imágenes sin más nexo argumental que una voz en off, a veces literaria e incluso poética, otras pedante y cansina. La experiencia visual y sensorial, muy cercana a lo onírico, a veces es hermosa, otras sugerente y en no pocos casos algo aburrida. El conjunto no termina de convencer pese a que me parece un claro ejemplo de cine low cost real, un hombre con una cámara grabando imágenes y luego montándolo todo con un cierto (al menos por momentos) talento. Los momentos en que mezcla ficción y realidad o mundo espiritual con mundo físico se encuentran entre los más logrados. Esa referencia final a los silencios y la ausencia carga la cinta de una nueva tristeza intrínseca que en parte nos hace replantearnos lo visto hasta entonces. Pero ciertos abusos y excesos, el momento feria, la citada voz en off, van en detrimento del resultado final durante su visionado. En cualquier caso es probable que su director, Raúl del Busto, sea un hombre a seguir.
Para degustadores de onirismos e imágenes bellas sin miedo a abstracciones ni pedanterías.
Torres y cometas es la representante portuguesa del festival. Se trata de un documental que recorre la ciudad de Guimarães como si de un tour turístico se tratase. Se detiene a explicarnos algunos espacios arquitectónicos de la ciudad, algunos de los cambios que se han producido en la misma durante los últimos años, nos acerca a algunas tiendas y lugares menos conocidos pero que los directores quieren destacar, escuchan el sonido de la ciudad, hablan con la gente y muestran en un ejercicio de metacine como ruedan o se preparan para hacerlo. Todo ello con un ritmo innecesariamente lento y una anarquía buscada pero que a veces juega en contra del resultado global. Es interesante y curiosa, se ve con cierto agrado y ligereza pero tampoco me parece nada demasiado destacable, ya que al final parece un capricho de turista con tiempo y con más ganas de hacer una película que no con cosas que contar.
Para seguidores de Callejeros viajeros con una inquietud cultural superior a la que ofrece el programa de televisión.
Slimane es una correcta película de ficción española sobre unos inmigrantes que malviven en Tenerife buscando en que ocupar su tiempo. Sin duda su director, José Ángel Alayón ha visto el cine de los Dardenne y la corriente de cine social realista centroeuropea tan aclamada estos últimos años. Sin embargo, tras una primera mitad más que interesante en que se nos muestra con realismo y sutileza algunos de los actos, aspiraciones y miedos, al tiempo que estupideces, que realizan estos jóvenes durante el día, la película muta tras un acto que cambia el tono en una segunda mitad que quiere copiar ciertas tendencias contemplativas, hieráticas y del fuera de campo de este tipo de cine pero lo hace mal, sin la personalidad necesaria y su segunda parte se convierte en una aburrida sucesión de tópicos deshilvanados que no llevan a ningún lado. Las interpretaciones realistas y el paisaje árido de Tenerife, así como ciertos logros sutiles de la primera parte del film suman en favor de una cinta que luego se desmorona sin llegar a estrellarse pero perdiendo algunos de los enteros que había almacenado.
Para los que quieran ver realidades relacionadas con la inmigración desde un punto de vista intimista aunque no del todo logrado.
El modelo es un mediometraje documental español rodado en Barcelona por un director argentino. El modelo al que alude el título es un tullido mentalmente inestable al que el director entrevista y sigue en algunos momentos de su día a día mientas éste pide limosna. Sin ninguna compasión por su personaje, al que nos muestra en toda su miseria, la película a veces logra divertir inevitablemente a costa de su protagonista y en otras se nos antoja de un exhibicionismo desmesurado y de difícil digestión. La dirección es plana y probablemente a propósito de aspecto amateur, cámara en mano. Las preguntas y las imágenes seleccionadas no buscan ni trascender ni llegar a ninguna conclusión. Simplemente muestran al extraño personaje, a veces parece que como puro divertimento, casi con burla. Aunque en otras ocasiones el director parece reírse de sí mismo, como cuando el propio entrevistado le dice que su película y sus preguntas son una mierda. El conjunto es curioso, irregular, desenfadado pero bastante prescindible.
Para fans de lo freak y los freaks.
Corta es un documental colombiano muy extremo para con el espectador ya que está compuesto únicamente de varios encuadres fijos en los que se ve a distintos hombres cortando cañas de azúcar o preparándose para hacerlo. La película consiste en la mera observación de este acto y en los cambios que se producen en el paisaje durante el proceso de vaciado de estas plantaciones. Una vez aceptado el precepto no es que haya demasiado que reprochar a la película, aunque su utilidad se me antoja muy mínima. Más pieza de videoarte que cine, con, éso sí, una hermosa fotografía, la película puede seducir en algún momento pero aburre en su mayor parte, resultado no solo de lo radical de la propuesta sino también de la soberbia con que al final el director alarga los planos eternamente, de espaldas al público.
Para muy curiosos y experimentados.
Cabeza de Ratón, cinta documental argentina, se une a la reciente moda de diarios personales filmados. El inicio es muy esperanzador, ya que un joven que recién ha terminado sus estudios regresa de Buenos Aires a su Patagonia natal en busca de su esencia y también en busca del porqué del suicidio de su mejor amigo. Rueda su viaje y nos habla con una desgarbada voz en off. Y quizás dice algunas cosas interesantes. Pero pronto la pretenciosidad del director le lleva a expandirse. No solo le interesa su historia y la de su amigo, sino también la de la localidad de Ríos Gallegos, la política del país, la música, etc,... Pero en ese batiburrillo de querer tocarlo todo pierde la coherencia de la narración y se le va la mano en sus ínfulas de trascendencia, así que poco a poco, la película se va perdiendo en su propia trama y logra crear un cierto desinterés cansino por la historia y por su director protagonista que nos termina por caer bastante mal. Una pena.
Para los que gusten de esta nueva moda de diarios filmados y no busquen un gran resultado.
Fango es una película argentina, en este caso de ficción, rodada con un presupuesto muy ínfimo que la dota de una factura muy underground. Nos explica la violenta historia de unos perdedores que viven en el extrarradio de Buenos Aires en una zona pobre y bastante delictiva. La localización es fea, los actores no profesionales que componen el reparto son muy poco agraciados y la historia, violenta y coral, pretende acercarnos a esos bajos fondos de forma realista. Puede tener su gracia una cinta filmada con tan poca profesionalidad, de espaldas al público, con un reparto tan lamentable. Puede tenerla. Pero es que a lo underground de la propuesta se añade una dirección nula de todo talento y un guión mal construido de principio a fin, dejando cabos sueltos, tratando de manera demasiado superficial a todos los personajes, sin clímax, sin emoción. Y para todo lo que rodea a una película, para escribirla, para transmitir, no hace falta dinero sino talento o por lo menos oficio. No se vislumbra en
Fango, una curiosidad sí, pero muy mala.
Para cinéfagos que busquen rarezas freaks, aunque sean sin talento ni ritmo ni gracia.
Patrimonio Nacional es un mediometraje experimental sobre el Valle de los Caídos y la Guerra Civil que resulta un auténtico despropósito. Mezcla algunas imágenes de archivo con grabaciones radiofónicas sobre la Guerra Civil española, fotografías e imágenes preciosistas de la cruz y el entorno de El Valle de los Caídos y unas estampas de unas chicas que realizan una excursión un día al valle en cuestión. Imágenes difuminadas de rocas, de paisajes, músicas modernas, músicas antiguas, voces de testimonios. Todo mezclado sin sentido ni solución de continuidad en un cóctel no solo abstracto, también vacuo y absurdo, tan aburrido como con fracasadas intenciones pedantes. La muestra de que para realizar una película potable se necesita algo más que una cámara. Una auténtica tomadura de pelo a la que ni tan solo el recurrente adjetivo experimental, muy usado para cintas del estilo, puede salvar del desastre.
Para valientes e inconscientes buscadores de rarezas a toda costa.
Vida extra es de esas películas que logran sacarme de quicio. Empieza en la Plaza Cataluña de Barcelona antes de la Huelga General del 2010. Unas pocas imágenes inconexas y unos discursos fuera de foco componen los primeros minutos. Luego la "acción" se traslada a una habitación donde unos pocos amigos charlan de su experiencia en la huelga, del fracaso de la misma, de sus ideas políticas y sindicales y de sus filosofías más bien poco interesantes. Durante casi hora y media la película es solo esta conversación, bastante vulgar por cierto, con una grabación oscura y que además no parece coordinar voz e imagen. Entonces, de repente, se descubre el porqué. La grabación está proyectada al revés mientras obviamente los diálogos de forma normal. Así pues no solo se nos ofrece una película de gente sentada en una mesa hablando de temas sin demasiado interés, además vamos de modernos, rompemos la narración y así podemos decir que nuestra película es cine experimental. Pues en mi modesta opinión no es ni cine ni es nada. Es una tomadura de pelo, aburrida e insoportable. Y larguísima. Y además esa ruptura entre imagen y sonido ya lo intentaron hace uno años Los Hijos en su película
Los materiales (la podéis ver online
aquí) de forma escandalosamente fallida pero mucho más justificada que en la película que ahora nos ocupa.
Para alguien muy interesado en deconstrucción del cine, supongo...
Pues ahí están las doce propuestas. Recordad que las opiniones son sinceras pero personales y que quizás pueden diferir mucho de las vuestras. Así que la única forma de comprobarlo es viendo las cintas en el Festival Márgenes. Del 14 al 31 de diciembre. Un cine por descubrir destinado al público cinéfilo más abierto. Disfrutadlo.