Pues ayer jueves se inauguró en Barcelona el Festival Beefeater In-edit, que durante los próximos 10 días va a llenar la ciudad con sus muy interesantes propuestas de documentales musicales. El In-edit es uno de los festivales que no nos acredita de la ciudad (hay bien pocos) y además nos trata con bastante desprecio, así que nuestra predisposición hacia él, sin quererlo, se ve afectada. De todas formas voy a realizar un par de posts al respecto. Este primero que nos ocupa con tres propuestas a modo de introducción al festival y que he visto desde mi casa (y que todos podéis hacer pues circulan por la red) de los considerados mejores documentales musicales de la historia según la lista que ha confeccionado el mismo festival y que podéis ver completa aquí. Concretamente hablaremos del los dos primeros de la lista y del cuarto. Recordad que los 10 primeros de esta lista de 100 se proyectan durante el In-edit. El segundo post será una vez terminado el festival, con alguna de las propuestas que veré o bien en salas, o bien en el in-edit tv donde todos podéis ver, previo pago, algunas de las películas que se proyectan casi simultaneamente al festival. Si estáis interesados os recomiendo entrar, pues hay de muy, pero que muy interesantes (y muchas de mi lista de 15).
Pues empezamos. Primero os dejo el spot del festival con fragmentos de algunas de las películas que se proyectan y paso a comentar los tres títulos en cuestión (por cierto, me place recuperar mis estrellitas, que los 84's me las tenían "secuestradas"):
Número 1 de la lista: Dont Look back (1967) de D. A. Pennebaker
El director D.A. Pennebaker nos muestra en Dont look back un collage de poco más de hora y media montado a partir de tres semanas que Bob Dylan pasa en el Reino Unido en 1965. El mayor mérito de la película es que la filmación, el filmador, parecen no existir. La cámara no parece subjetiva, ni manipulada ni tenida en cuenta por los presentes. La cámara parace flotar en el ambiente, invisible y captar la vida que se convulsiona a su alrededor. Lo que vemos es a Bob Dylan, con 23 años, emergente en su fama y su carrera y dando muestras claras de ese orgullo, esa altanería, esa arrogancia y ese desprecio por los demás que seguiría alimentando su fama de outsider en las siguinetes décadas. Dylan compone canciones poéticas que parecen tratar temas profundos, filosóficos, sociales. Dylan es un cantante folk. O al menos eso dice la prensa y cree parte del público. Él se encarga de desmentirlo. No cree en Dios, no quiere representar a nadie, le dicen que es un cantante folk porque no entienden nada, no quiere ser espejo en el que nadie se mire, ni luchar por nadie, casi ni quiere tener relaciones amistosas con nadie. Solo quiere vivir su vida. Y su ego. Y la película da muestras de su prepotencia en diversas conversaciones y momentos.
El documento es indispensable como testimonio de una época, de una forma de vida de unos cantantes, no hay guión, no hay lógica, fluye, se va de la calma al caos, de la serenidad a la tensión, de cierta amabilidad a un brutal desprecio en el trato de sus semejantes. Se deja entrever el lado de genio de Dylan, aparece su séquito, se deja ver más el lado humano y soberbio del artista. Se deja ver lo que ocurre. Se deja ver la vida. Muy recomendable.
El director D.A. Pennebaker nos muestra en Dont look back un collage de poco más de hora y media montado a partir de tres semanas que Bob Dylan pasa en el Reino Unido en 1965. El mayor mérito de la película es que la filmación, el filmador, parecen no existir. La cámara no parece subjetiva, ni manipulada ni tenida en cuenta por los presentes. La cámara parace flotar en el ambiente, invisible y captar la vida que se convulsiona a su alrededor. Lo que vemos es a Bob Dylan, con 23 años, emergente en su fama y su carrera y dando muestras claras de ese orgullo, esa altanería, esa arrogancia y ese desprecio por los demás que seguiría alimentando su fama de outsider en las siguinetes décadas. Dylan compone canciones poéticas que parecen tratar temas profundos, filosóficos, sociales. Dylan es un cantante folk. O al menos eso dice la prensa y cree parte del público. Él se encarga de desmentirlo. No cree en Dios, no quiere representar a nadie, le dicen que es un cantante folk porque no entienden nada, no quiere ser espejo en el que nadie se mire, ni luchar por nadie, casi ni quiere tener relaciones amistosas con nadie. Solo quiere vivir su vida. Y su ego. Y la película da muestras de su prepotencia en diversas conversaciones y momentos.
El documento es indispensable como testimonio de una época, de una forma de vida de unos cantantes, no hay guión, no hay lógica, fluye, se va de la calma al caos, de la serenidad a la tensión, de cierta amabilidad a un brutal desprecio en el trato de sus semejantes. Se deja entrever el lado de genio de Dylan, aparece su séquito, se deja ver más el lado humano y soberbio del artista. Se deja ver lo que ocurre. Se deja ver la vida. Muy recomendable.
Número 2 de la lista: Let's get lost (1988) de Bruce Weber
En 1986, el prestigioso fotógrafo de moda Bruce Weber conoce a Chet Barker, un personaje icónico que lo tenía obsesionado desde su infancia, cuando lo veía espléndido en las portadas de sus discos. Sin embargo Chet Barker, el virtuoso de la trompeta, ni es ya el bello hombre de los 50 ni el virtuoso en la cúspide del glamour. Más bien todo lo contrario. Está consumido por las drogas, casi olvidado y con un aspecto muy decrépito. En la idea de Bruce Weber reside la genialidad del documental. Por un lado intenta trazar mediante fotografías antiguas y testimonios de sus familiares, mujeres, conocidos e incluso sus propias confesiones un relato de lo que es el auge del músico y su posterior caída en el olvido y la drogadicción. Sin embargo, la película no es un estudio pormenorizado de Chet Barker sino más bien retazos. A ello, se une la idea más brillante del film, la que compone la otra parte del mismo, el fotógrafo se lleva al músico a lugares glamourosos, lo rodea de gente joven y bella, lo sube a una limusina, le deja volver a cantar, a actuar, con una voz que apenas le responde, le devuelve a sus años mozos, aunque en realidad se trate de una gran mentira hecha a su medida, una mentira que pretende ser un regalo, no una burla.
Sin embargo, las imágenes y fotografías de archivo mezcladas con la fantasía actual y con los testimonios duros de la vida de Chet Barker, logran cargar la película de un poso de tristeza, de melancolía por la juventud perdida, casi por la vida malograda, por el talento desperdiciado. Fotografiada en un espléndido blanco y negro, pasado y presente se confunden, se solapan y casi mantienen una conversación entre ellos.
La película no es de fácil visionado y cabe decir que lo predominan son los testimonios. En mi caso me pareció más brillante la idea que la propia ejecución, pero sin duda, algunas secuencias, el discurso de juventud perdida y el espléndido blanco y negro hacen de Let's get lost un documental muy recomendable, que si se ve con cierta predisposición, bien seguro que merece la pena.
Número 4 de la lista: Gimme shelter (1970) de Albert Maysles, David Maysles & Charlotte Zwerin
Gimme shelter es un documento devastador. Estamos en 1969. Pocos meses atrás se había celebrado el festival de Woodstock y todo parecía indicar que la paz y el amor pregonado por el movimiento hippie había llegado a su máxima expresión. Los Rolling Stones están realizando una gira por EEUU. Parece ser que estaban molestos por ciertas críticas recibidas sobre el excesivo precio que cobraban por sus conciertos. Así que deciden seguir el ejemplo de Woodstock y realizar un concierto gratuito como cabezas de cartel junto con otros grupos importantes del momento. El despropósito es mayúsculo y la película documenta brutalmente lo ocurrido para no dejar títere con cabeza. Los perjudicados son todos. Los organizadores y abogados y managers de los Stones que improvisan un concierto en un lugar inadecuado y con poca accesibilidad y seguridad. En segunda lugar los motoristas Ángeles del Infierno, a quien no se sabe con certeza si los Stones o la organización les ofrece a cambio de cervezas y poco más la seguridad del evento. Y la lían con actos de violencia brutales que terminan con el asesinato de un joven negro. En tercer lugar el propio grupo con Mick Jagger a la cabeza, que ensimismados en su estrellato, en su mundo irreal de egos desbocados, no solo no se ven venir la situación sino que no saben como resolverla, más allá de lanzando cuatro frases egocéntricas y absurdas que los delatan, que los ponen a la altura de los ineptos. Y por último, sale retratado el público, los propios hippies, que en algunos casos terminan por perder el control debido al consumo de alcohol y drogas y deambulan desnudos, drogados, violentos o salidos por las cercanías del escenario, intentando asaltarlo, desmayándose, dando a luz, en lo que es una coreografía vomitiva de la suciedad y los excesos que para el espectador, sin duda rompe las pocas ideas que aún pudiera albergar de aquella etapa como algo admirable o envidiable o reivindicable.
Los conciertos jamás volverían a ser igual y primaría la seguridad y la cordura. Los hippies y su movimiento quedaría tocados de muerte. El chico de 18 años, Meredith Hunter, perdió la vida absurdamente. Los 60 acabaron. Y los sueños anárquicos de muchos terminaron con dicha década.
La película lo documenta todo. El previo, el brutal crecimiento de violencia y caos durante el concierto y la moviola posterior donde los Stones ven las imágenes y no saben ni como reaccionar. Es demoledor, sí, pero es sensacional.
Recordad, desde ayer jueves hasta el domingo 4 de noviembre, el Beefeater In-edit en Barcelona. En el cartel del lateral del blog, como siempre, el enlace a la página del festival para interesados. Y los que no estéis por aquí, en in-edit tv parte del festival. Disfrutadlo.
De la lista de cien, The last waltz (acerca de The Band, la banda que acompañó un tiempo precisamente a Dylan) es mi favorita (está la sexta). Saludos!
ResponderEliminarEs un películón Miroso. Yo la vi hace tiempo y es realmente buena. Y la aparición de Bob Dylan muy jovencito espectacular. Un abrazo.
EliminarBuenas!
ResponderEliminarMe encanta lo de los 84's! Soy fan ;P
De las tres que comentas solo he visto, Let's get lost y me parece fantástica! Me apunto especialmente la de los Stones, tanto por el grupo como por el tema sociológico
Un abrazo!
El tema es la ostia. Muy devastador, éso sí. A mí Let's get lost me gustó bastante, pero quizás esperaba tanto que al final me supo a menos. Suele pasar. Un abrazo.
EliminarMuy buenas!!
ResponderEliminarAl igual que Alan solo he visto Let's get lost que también me pareció un peliculón. Tomo nota de Gimme shelter que tiene una pinta excelente.
Un abrazo!!
Pues lo dicho. Yo la recomiendo mucho. Sin duda la película de Barker es muy buena. Aunque yo me quedé un punto menos emocionado que vosotros. Un abrazo.
EliminarDavid, vaya tres que has puesto. De los mejores documentales que hay.
ResponderEliminarPor fin viste la de Dylan, y como bien dices es pura vida.
La de Chet Baker, la descubrí por pura casualidad en la televisión y me enganché.
Un abrazo.
La verdad es que las tres películas son brillantes. De hecho por algo deben estar consideradas lasmejores de la historia en el apartado de documental musical. Un abrazo.
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