viernes, 8 de octubre de 2010

Cronica del Festival de Sitges 2010. Jueves,7

Día 1: Los ojos de Paul Naschy

Llego a Sitges temprano para recoger mi acreditación de prensa. Duermo en un pueblo cercano y hoy he optado por venir en tren, así que pasó por delante del cine Prado, llego al paseo marítimo y a la playa de San Sebastián y encaro por primera vez la subida al Auditori, camino que repetiré montones de veces durante el festival en un sentido u otro. La playa está desierta, el clima es relativamente caluroso y a esta hora, la brisa es muy agradable. Aspiro y huelo a mar, y a libertad, y subo la cuesta y veo a gente dando los últimos retoques para que todo funcione. Me encanta llegar cuando el festival aún no ha arrancado y ver un poco la trastienda de todo. En 10 horas se hará en el Auditori la Gala de Inauguración con todo completo y el festival y el público llenará Sitges de efervescencia, pero ahora, la sensación de pre-festival es relajante y placentera.

Decido ver Los ojos de Julia en sesión matinal, para poder dedicar la tarde a otras películas que me apetece ver. Recuerdo que al final del festival haré una crónica muy completa de todo lo que he visto, con críticas más trabajadas, ahora, en las crónicas diarias tan solo me interesa dar una breve opinión, que no desvele demasiado y os sirva de referente.
Pues bien, el principal problema de Los ojos de Julia es su credibilidad. Está muy bien realizada y tiene un tres o cuatro secuencias muy logradas, pero su argumento es tan rocambolesco, su guión, con el fin de crear tensión está tan lleno de ideas que rozan lo absurdo, lo ilógico, que a mi parecer ni tan solo Belén Rueda, acaba de brillar en la cinta. Además algunos de los personajes (lo de la niña es de vértigo), de los diálogos románticos y de las escenas (la del final es de verguenza ajena), lastran más si cabe, lo que técnicamente resulta un film impecable.

Después de las sesiones a competición, el público vota la película en la urna que veis a la izquierda, de uno a cinco, y de estas votaciones saldrá el último día el Premio del Público. Fieles al festival, vamos a votar todas las películas que veamos de uno a cinco. A Los ojos de Julia le pongo un 2.
Salgo de la proyección y me invade una idea, he visto la primera película, lo he pasado bien y aún me quedan por ver más de 40. Como el que vive un primer día de vacaciones intenso y se va a dormir con aún tres semanas de vacaciones por delante, año tras año, esta sensación se convierte en un auténtico tratado de la felicidad.
Sigo en el Auditori donde está programada la sesión de Homenaje a uno de los grandes, sino el que más, del cine fantástico español, Paul Naschy, fallecido casi un año atrás. Nuestro hombre lobo más internacional siempre estuvo algo dolido por no alcanzar en España el reconocimiento que sí había logrado lejos de su país. Quizás algunos penséis que era el reconocimiento que merecían unas películas de bajo presupuesto, cercanas en algunos casos a lo trash, y que se movían entre el terror, el gore, el explotation y el erotismo, pero habría que tener en cuenta que Naschy se mantuvo fiel a un tipo de cine y puso todo su empeño y dedicación en levantar proyectos, sin ningún tipo de ayuda estatal y que además eran denostados por la crítica y por gran parte del público. Paul Naschy, que ha sido muy prolífico y ha trabajado de todo lo que se puede trabajar en el mundo del cine, nos deja algunas películas muy apreciables y otras muy flojas, quizás pese a él, a su talento y a su entrega. Tuve la suerte de ver pasear a Naschy estos últimos años por el festival, con el cariño y reconocimiento que Sitges le ha brindado desde que Ángel Sala lo dirige. Año tras año, casi como un icono, Naschy ha repartido premios, ha acudido a premieres y se ha dejado querer. El año pasado aún lo pudimos ver entregando un premio achacado por su debil salud y en silla de ruedas. Los ojos de Paul Naschy se estaban apagando, pero como en todos estos últimos años, aun lucían serenos y agradecidos.

En la sesión de homenaje de hoy, a la que acudieron algunos de los últimos profesionales en trabajar con él, visiblemente dolidos por el horario en que se proyectaron las películas (la sesión empezó a las 14'15) y que dejaron el Auditori con un triste aspecto de público, se proyecto en primer lugar el documental El hombre que vió llorar a Frankenstein (título y anécdota mal explotados durante la película), una sencilla pero interesante y a ratos emotiva película, que repasa la vida y obra de Paul Naschy con estrevistas e imágenes de archivo. Un 3 es una justa. Con el buen sabor de boca que había dejado el documental, la siguió con el insulso y lamentable corto Los árboles, para terminar con La sombre prohibida, la segunda parte de La herencia Valdemar.
Si la primera era parte era más o menos aceptable (y para las espectativas que despertaba era suficiente), La sombra prohibida es patética. Un guión sin pies ni cabeza, una dirección que demuestra que el talento del director debutante es nula y unas actuaciones de actores que no se creen nada y que resultan patéticas y que se suman a la devastación del film, hacen que sus 90 minutos sean de lo peor que yo he visto en mucho tiempo. Una auténtica pesadilla, una inapelable basura, en la que encima Paul Naschy aparece tan solo cinco minutos. Una verguenza y un desagravio, que el título póstumo de Paul Naschy, haya caído en manos de alguien tan poco talentoso. Obviamente un 1.

Sigo las recomendaciones de Ángel Sala y bajo al Retiro a ver Monga. Mientras Álex, que me ayudará junto con Sandra y Kathy, a llegar a algunos puntos del festival, a los que yo no llego, se queda en el Auditori a ver Kaboom y lo cito textualmente "la película empieza muy bien y visualmente es brillante, pero se va perdiendo hasta hacerse insostenible e insultante". Sandra, por su parte, está en el Retiro viendo Welcome to the Space show, que yo veré hoy. Según Sandra, la película es "muy buena, llena de fantasía, buenas intenciones y un colorismo y luminosidad embriagadores". A la sesión que yo iré hoy, la de las 18,30, es el último pase de esta película, así que si queréis animaros, parece ser que nos espera un buen rato.

Monga es una película de Taiwán que empieza como una película de bandas juveniles y sus luchas al estilo One crow zero para evolucionar hacia una película de gángters. Realizada con estrellas juveniles con la intención de romper la taquilla en su país, lo que logró, Monga es una película que simplifica y bulgariza el cine de gángsters, sin la dificultat argumental de occidente y sin la fuerza que otorgan las elipsis de este tipo de cine realizado en oriente, por ejemplo, por Kitano. No hay mucho que decir en su contra, la simple historia de amistad y venganza está bien contada y la mayoría de metraje es entretenido. A mi parecer, es tan correcta como prescindible. Le pongo un 3. 

Finalmente, aún en el Retiro me quedo a la proyección de Possessed. Thriller coreano sobre el fanatismo religioso y sus consecuencias, la película usa las claves del moderno cine coreano, con apuntes de terror al estilo del japonés Kiyoshi Kurosawa, logrando momentos de extrema tensión y siempre, un ambiente enfermizo y malsano. Para mí lo mejor del día. Un 4.

Pues hasta aquí el primer e intenso día de festival. El viernes más.

5 comentarios:

  1. Anónimo12:37

    Gracia por la crónica.
    Sigue disfrutando y cuéntanoslo ;)

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  2. Anónimo12:38

    Graciasssssssssss!!!!
    Se agradece enormemente el poder leer casi en directo el transcurso del festival.:)
    Saludos Sanguinolentos.
    Santa Sangre.

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  3. Miroso21:10

    El reportatero más dicharachero! Sitges es una gran localidad, yo ligué allí en el '90. Con una chica, eh? La crítica de La sombra prohibida la suscribo, es decir, no he visto la película, pero me ha gustado el estilo, sin remilgos, utilizado. Muy bella la referencia a P.Naschy, de cinéfilo, y hermoso dedicarle el título de la crónica. Keep them coming!

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  4. Estupendo poder seguir el festival casi en vivo con tus crónicas. Esperamos las siguientes!

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  5. Anónimo22:56

    Hola, soy el "iraní". Has detectado algún binomio activo-contemplativo en estas producciones? Ya dirás...

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