Dos películas latinoamericanas estuvieron presentes en la Sección Oficial Ficción de l'Alternativa, la chilena Huacho y la mexicana Verano de Goliat.
Huacho es una pelícual sumamente minimalista, que sigue la cotidianeidad de cuatro miembros de una familia pobre, rural y campesina de Chile. La película, que empieza con los cuatro desayunando y termina con los cuatro cenando, se divide en su metraje en cuatro partes, para seguir a sus personajes (abuela, abuelo, madre e hijo) en sus quehaceres diarios, en su supervivencia, en sus renuncias, en sus desiguales posiblidades de sentirse parte de la sociedad. La película se deja ver, pese a que algunas historias son tan mínimas y lentas que tienden a aburrir y a que el lenguaje es casi ininteligible (suerte de los subtítulos en inglés). Una ópera prima, pues, tan aceptable como olvidable.
Más extraña es Verano de Goliat, una mezcla de documental y ficción que narra la vida de unas gentes cercanas a una estación en el México rural. Personajes abandonados, derrotados, violentos, acobardados o conformistas, luchan por la supervivencia en una película extrañísima, que mezcla cine testimonial con ficciones violentas, cómicas o dramáticas y que desconcierta tanto por su estilo como por su irregularidad.
Dentro de la sección de cine mexicano, sobresalía por encima de todo dos películas de Arturo Ripstein. Yo pude ver El lugar sin límites, película de 1978 donde Ripstein ya practica el melodrama con la intensidad que le caracteriza y todo el tremendismo a que el cine y la literatura, hispanoamericana en general y mexicana en particular, nos tienen acostumbrados. La película, que abarca dos épocas de un pueblo dominado por un cacique, nos situa en el interior de un prostíbulo cutre y desamparado regentado por un travesti y su hija prostituta, resultado de una relación accidental con la antigua jefa del prostíbulo, ya fallecida. Personajes condenados a la infelicidad, un pueblo condenado a desaparecer y un conjunto de secundarios o bien cobardes, o bien violentos, o bien moralmente inadmisibles, se pasean por una película tan excesiva como triste, tan cutre como, quizás, pretende.
L'Alternativa rindió homenaje al recientemente fallecido José María Nunes con la proyección del corto La edad del sol, donde Silvia Subirós filma a Núñez mientras rueda su proyecta suicida (en todos los sentidos) Res pública. Pese a la mediocridad del documento, sirve para ver la entrega y pasión que Nunes le ponía al cine, destacando la escena en que llora tras filmar a su actor en una importante secuencia. La película de Nunes proyectada, Noche de vino tinto de 1966, está encuadrada en plena época de la Escuela de Barcelona. Fiel a la filosofía de la Escuela, la película es rompedora, arriesgada y sobretodo muy, muy libre. Nos narra el deambular filosófico-etílico-poético-existencial de un hombre y una mujer desengañados, durante una noche por los bares de Barcelona, con influencias claras de la nouvelle vague y quizás incluso de Luces de bohemia de Valle-Inclán. Con momentos bellos y románticos y otros en los que el rollo de poesía y filosofía sobrepasa la linea que separa la dignidad del ridículo, la película resulta recomendable en general, por la extrañeza de la propuesta y por ese entusiasmo del director, que a veces, logra traspasar la pantalla.
Finalmente, de la sección Panorama, pude ver Finisterrae. Película que se rodó para proyectar en el festival Sónar, es un experimento extraño sobre dos almas en forma de fantasmas que deben recorrer el Camino de Santiago para lograr la salvación. Con unos inicios en que ambos fantasmas deambulan por bellos paisajes mientras mantienen extrañas conversaciones que nos recuerda al cine de Albert Serra, la película gira hacia un surrealismo salvaje y un sentido del humor gamberro, que nos hará pasar buenos y desconcertantes ratos o nos hundirá en el aburrimiento. En mi caso, me divertí bastante.
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