The Turin Horse de Béla Tarr

Hoy se estrena en algunas salas de España la última película del cineasta húngaro Béla Tarr. Es la primera cinta de este director que se estrena en cines en nuestro país y de forma muy precaria (en Barcelona está en una sola sala, dos sesiones diarias, no quiero ni imaginar en el resto de España). Béla Tarr ha asegurado que éste es su testamento cinematográfico y que no piensa rodar más películas, con lo que uno, dada la importancia en círculos cinéfilos de Tarr, se apena de la lamentable distribución que sufrimos. No he visto demasiado cine del director húngaro, pero el suficiente como para reconocer su voz única y personal, ajena a seguir modas y ajena a crearlas, lo que le convierte en un director necesario para el cinéfilo curioso e inquieto. Pude ver The Turin Horse en el festival de Sitges y me apasionó. Le puse cinco estrellas, la consideré la mejor película del festival junto con Drive y posteriormente la colocaría en el Top-1 de mi lista de pelis vistas en festivales y no estrenadas comercialmente.

El cine de Béla Tarr no es para todos los públicos, como a estas alturas ya sabréis. Os recuerdo el primer trailer que apareció,  para que os vayáis haciendo a la idea:


Ahora ya disponemos de un segundo trailer más extenso:

Desde que yo hablase de The Turin Horse otros colegas blogueros han reseñado la película. Os las enlazo para poder leer sus interesantes opiniones. Sé que me dejo alguno, así que si el olvidado lee este post que me lo haga saber en los comentarios y le incluyo.

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Hoy, como cada viernes, he comprado El periódico y he leído con atención a mi crítico de referencia, Quim Casas, que me ha copiado las cinco estrellas :). Os dejo un extracto de su crítica:

"Cada plano de Béla Tarr esconde un misterio y incluye toda la pureza del cinematógrafo...Enfrentarse a The turin Horse es lidiar con un enigma, someterse a un proceso hipnótico de fascinación que surge del tratamiento del sonido y de la luz en blanco y negro, del movimiento de los cuerpos humanos que no hacen otra cosa que dejar que el tiempo pase hacia la esperada y obligada mortalidad...Aunque Tarr no repite ni un solo plano de la misma manera, siempre filma lo mismo. De la cadencia diaria de este hombre que vive de la faena con su carro y de su hija que lo cuida en una casa espartana surge una historia sobre el fin de los tiempos"

Finalmente, os adjunto la crítica que realicé tras verla en el Festival de Sitges:

"The turin horse, es la que parece será la última película del director húngaro Béla Tarr. Voy a aclarar dos cosas antes de mi elogio. Primero, la película es para una absoluta minoría de público dado su brutal lentitud, su trama no mínima, sino casi inexistente y su austeridad en todos los aspectos. De hecho, la película la vino a presentar el distribuidor (Paco Poh) y dijo, en tono muy calmado, que si no nos gustaba la película nos fuésemos, que no nos preocupáramos, que era normal, que en Berlín se había ido el 30% de la sala y que lo importante era que los que se quedaran porque les gustaba la disfrutaran. Se fue bastante gente durante la proyección, pero mucha menos del 30%. En segundo lugar quiero dejar claro que pese a que me gusta a veces el cine contemplativo, no siempre comulgo con él y que no es mi intención ir de listo ni de intelectual. Si al peli me hubiese aburrido y no me hubiese ofrecido nada la hubiese suspendido y lo hubiese dicho. Dicho esto...The turin horse es una obra maestra. La película, de dos horas y media, se inicia con un larguísimo plano de una caballo y su dueño luchando contra un viento huracanado hasta que llegan a una cabaña en medio de la nada. La imagen es en un hermoso blanco y negro y la cámara acompaña sigilosa a los protagonistas. En esta cabaña viven este señor y su hija. Recogen las cosas del caballo, lo meten en el establo, descansan en casa, cenan patata hervida y miran por la ventana. El segundo día las acciones se repiten. La chica se levanta, en medio del huracán que rodea la casa va a buscar agua al pozo, beben aguardiente, preparan al caballo para salir, pero este se niega a moverse, descansan, cenan patata hervida y miran por la ventana. Llega el tercer día y pasa exactamente lo mismo. Llevamos más de una hora de película y aún nos queda hora y media. Tras un inicio en que me aburro un poco mi percepción cambia. Me siento absolutamente fascinado, totalmente hipnotizado por la historia. A partir de aquí se van produciendo algunos pequeños cambios en el día a día de los dos protagonistas. Cambios que nos parecen grandes acontecimientos. Además el relato se va adueñando de un aire apocalíptico, simbólico y filosófico. ¿Estamos ante el fin del mundo? Ya me da igual que quede hora y media o cinco horas, ya estoy dentro y siento cada escena como parte de un todo elemental, de un sueño largo, hipnótico, de una vida lejana que se me ha permitido ver. En contra de todas las modas, en contra de toda concesión al público, Béla Tarr se despide con esta larga y austera historia de mínimos, pero a su vez de máximos. Porque a veces, de la historia más pequeña se puede extraer lo universal. Una auténtica obra maestra que nos envuelve, nos aterra, nos aburre, nos sorprende, nos hace sentir el soplo del viento, el aliento de los personajes, la soledad, el deber de vivir, la supervivencia".

En Sitges (ya me perdonaréis pero allí uno anda muy cansado) me olvidé de citar uno de los principales motivos por los que la película produce la fascinación que produce. Se trata de la envolvente música que acompaña y mece cada uno de los planos de la película. Como bien dice Quim Casas la película es un reto y un misterio. Dada a múltiples lecturas e interpretaciones. Austera y bella. Para cinéfilos exigentes y atrevidos. Un verdadero lujo. Seguro estaré en mi lista de mejores películas del 2012. Y seguro muy arriba. Si se estrena en un cine cercano a vuestra localidad y cumplís los requisitos no os la perdáis. Sería penoso.