Mi película de la semana: Las aventuras de Tintín: el secreto del unicornio

Mi película de la semana: Las aventuras de Tintín:el secreto del unicornio

No soy lector de Tintín y por lo tanto me enfrento casi virgen (casi, porque un par si que he leído) a la película de Spielberg sobre el mítico personaje de Hergé. Parece ser que algunos seguidores del cómic están algo enfadados con la adaptación, así que si eres lector y fan del Tintín de la viñeta, quizás ésta no sea tu crítica. Yo voy a hablar en exclusiva de la película, sin comparaciones, y como tal, me parece un film realmente divertido y muy bien llevado.

Como sabréis la película es el inicio de una trilogía que piensan llevar a cabo entre Steven Spileberg y Peter Jackson. Está rodada con actores de carne hueso para captar sus movimientos sobre fondos de pantallas verdes y luego se digitaliza tanto al personaje como los escenarios. Entre los actores figuran Jamie Bell y Daniel Craig, pero reconocerlos es imposible. Esta primera película se basa en tres cómics que mezcla para la ocasión permitiéndose licencias para que la versión cinematográfica funcione. Los tres cómics son "el secreto del unicornio" "el cangrejo de las pinzas de oro" y "el tesoro de Rackham el rojo". Entre las licencias que más duelen a los tintinófilos está la omisión de un personaje, el profesor Tornasol y el hecho de que Milú no hable.

Steven Spielberg es un director con un  don para el cine comercial y familiar. Siempre ha mezclado este tipo de cine con otro con pretensiones más serias y ha logrado hacer en los últimos años un buen equilibrio entre ambos tipos de cine. Yo no soy especialmente fan de Spielberg, aunque sí me gustan muchas de sus películas (sobretodo de la década de los 70 y 80) otras me parecen muy mediocres y en los últimos años, su nivel es muy irregular, mezclando alguna obra maestra (Munich, Minority Report) con cintas muy mediocres (La terminal, Atrápame si puedes) y otras abiertamente malas (La guerra de los mundos o Indiana Jones y la Calavera de Cristal). Además, sus mejores trabajos de los últimos años solían ser cuando realizaba cine serio u oscuro y sin embargo, siempre que pretendía hacer cine familiar y luminoso fracasaba (desde Indiana Jones y la última cruzada, no ha logrado una verdadera película buena de entretenimiento). Las aventuras de Tintín: el secreto del unicornio, cine familiar, divertido y luminoso, no está a la altura de las cintas de Indiana Jones, pero es la única película de los últimos años de Spielberg que se puede comparar con ellas sin echarse a llorar.

La cinta posee un ritmo trepidante que no decae. Comienza de forma algo más medida, casi con tono de relato clásico de misterio y termina siendo trepidante. Ambas facetas funcionan. Los movimientos de los personajes están muy logrados (aunque les pueda faltar algo de expresividad en sus rostros), las imágenes son de una espectacularidad y una precisión asombrosa, un auténtico festín visual (la del pueblo y la presa es de antología), el humor presente en los cómics de Tintín (y que a mí me desespera) está muy presente en la película y la historia se sigue con interés y a ratos, casi con emoción. Spielberg domina la narración, el ritmo, las imágenes y compone una película que pretende divertir y divierte, para toda la familia y que quizás sea uno de esos pequeños clásicos familiares durante los próximos años (si lo es Parque Jurásico, ésta lo merece mucho más). Junto a todo ello, Spielberg tiene tiempo para autohomenajearse (con un cameo, con una graciosa secuencia que remite a Tiburón) en una película que inevitablemente nos recuerda al bueno de Indiana, pasado por el prisma de la animación y con la cara de Tintín.

A mi modo de ver, cine familiar que merece mucho la pena, con intenciones casi clásicas y técnicas modernas. Para ver en familia y disfrutarla todos, que no es poco.

Otras películas que he visto

Pues esta semana muchas. Estos días he visto El niño de la bicicleta, la nueva de los Dardenne a la que me comprometí a ver la semana pasada y al final, de propina, Tímidos anónimos. Y además traía vistas un par de Sitges: Eva y Semilla de maldad (Tender son). Así pues, vamos por faena.

                   

Los hermanos Dardenne son dos de las autores más respetados en el panorama cinéfilo actual (sus dos máximos galardones en Cannes y algunos menores, así lo atestiguan). Aunque habían realizado películas con anterioridad (y buenas) su salto a primerísima linea de la cinefilia se da el año que por sorpresa ganan el festival de Cannes con Rosetta, una nerviosa película en que narran la vida y problemas de una adolescente rebelde con la técnica de cámara en mano que acompaña de muy, muy cerca, al personaje principal. Tras Rosetta, los Dardenne siguieron explotando esta temática y técnica en sus dos posteriores y muy superiores películas ( El hijo, que un servidor incluyó en el top-25 de la pasada década) y El niño. Tras estas dos películas tan excelentes cambiaron un poco el método (con narración menos nerviosa, más clásica y con espacio a la metáfora y la simbología) en su hasta ahora última película, la algo inferior El silencio de Lorna. Ahora vuelven a hablar de un joven con problemas (el chaval es el bebé de El niño, como intuimos al ver el mismo actor que hacía allí de su padre, cuando alcanza la adolescencia) y vuelven a hacerlo de forma menos nerviosa. La narración es algo más clásica, con un argumento muy minimalista y sencillo, sin estridencias, sin grabación inquieta y anclado en el cine social. No es una mala película, ni mucho menos. La historia y sobretodo las interpretaciones (uno de los méritos del cine de los Dardenne es que los actores no parecen interpretar, sino ser) son extraordinarias. Sin embargo esa estilización de la forma y los contenidos que supongo algunos leerán como un paso más allá en el cine de los belgas, como una evolución, a mí me parece que resta fuerza a la película. Los Dardenne trasmitían mejor que nadie ese desasosiego de un adolescente perdido en su propia frustración, en su propia violencia. Pero para lograrlo, necesitaban, además de las buenas interpretaciones y el buen guión de ese estilo nervioso que otorgaba la cámara en mano muy cercana al personaje. Cambiar éso, a mí modo de ver les resta fuerza y les acerca a otros muchos autores que realizan cine social. Y ellos eran los mejores.

                      

El director francés Jean-Pierre Améris dirige la película  Tímidos anónimos, para tratar el serio problema de la timidez radical, que lo tuvo atenazado durante gran parte de su juventud. Sin embargo, para encarar el tema se inclina por hacerlo, lejos del realismo o el dolor, desde la perspectiva de la comedia romántica dulce, con aires y estética de cuento entre de hadas y surrealista y lejos de un tono excesivamente cursi. La comedia funciona bastante bien, pese a que hacia el final uno siente un cierto cansancio de las situaciones excesivas que a nuestro modo de ver se plantean. Sin embargo, bajo el fondo cómico (algunas escenas están realmente logradas) logra emerger el auténtico problema de la timidez y los problemas que ello conlleva para una vida plena, en los que, salvando las distancias del exceso, los tímidos como yo nos podemos sentir identificados. Las interpretaciones de la pareja protagonista, Isabelle Carré y Benoit Poelvoorde son tiernas, divertidas y deliciosas y ayudan mucho a que la película guste. Un film aparentemente ligero e intrascendente, algo irregular, pero con alma. Recomendable.

                                    
En Sitges pude ver la película española de ciencia ficción Eva, una película espléndida que sorprendió para bien a todos los allí presentes. Ésto fue lo que dije en aquel momento: "Empecé el día con la cinta española (hablada mitad en catalán y mitad en castellano) Eva. Una película hermosa que ha terminado por ser la mejor del día. En realidad Eva, no es tanto una película futurista como un drama del futuro en que la ciencia ficción es el pretexto para construir una historia de amor, encuentros, desencuentros, soledades y esperanzas a su alrededor. La película está rodada con suma elegancia por el nóvel Kike Maíllo y tiene un cuidado guión que interesa, mantiene el ritmo y además, sorprende. Se apoya además en unas buenas interpretaciones, destacando sobretodo a Marta Etura, que imprime una dulzura extrema a su personaje y la niña Claudia Vega, todo un descubrimiento, una absoluta pasada. A todo el tono lánguido de la película le favorecen mucho unos escenarios hermosos y nevados, mucho más fríos, por ejemplo, que los robots que en ella aparecen, a veces más humanos que los humanos. Además, los efectos digitales son espléndidos y poco tienen que envidiar a películas de grandes presupuestos. También parece curiosa la mezcla de modernidad robótica con un cierto diseño clásico de los interiores de las viviendas que los personajes habitan, creando una extraña sensación de tecnología mezclada con calidez. En su contra se me ocurren algunas cositas, como su mezcla algo caótica de catalán y castellano, sin demasiado sentido, los momentos más cercanos a la ciencia ficción, un poco de trazo grueso y el epílogo de dos minutos, entre Inteligencia Artificial y Malick, que haré como si no hubiese visto. En definitiva una película que os recomiendo, cuando en pocos días se estrene en vuestras poblaciones".

                      

Y para mi sorpresa, también se estrena esta semana Semilla de maldad (Tender son) una extraña y fallida cinta húngara que también vi en Sitges, más por llenar un vacío que por interés. Ésto dije en su momento, no sin cierto cachondeo: "La cuarta pelícual del día es la rareza Tender son- The Frankenstein Project, una película húngara que estuvo en la Sección Oficial de Cannes de hace dos años. La película dice ser una revisión de Frankenstein, pero si me permitís, es como si yo levanto una pata y digo que estoy haciendo una versión moderna de "El lago de los cisnes". Pese a no encontrar por ningún lado el parecido con el relato de Mary Shelley en el que dice que se inspira, la película podría haber tenido cierto interés. Pero tiene poco. Tras un inicio esperanzador en que un director realiza un surrealista casting para elegir un actor amateur para su película, entra en escena un joven y misterioso chico que tiñe el relato de sangre, violencia y pretendida trascendencia. Planos muy largos, excesivo e injustificado hieratismo tanto en las actuaciones como en la puesta en escena, para terminar por ofrecer una película que deambula hacia ninguna parte, tan extraña, hasta cierto punto tan curiosa, como definitivamente vacua".

Resto de estrenos del viernes 28 de octubre

                              

Pues ya pocos. El drama americano Criadas y señoras que tiene muy buena pinta. La cinta cubana Boleto al paraíso, de la que quizás tendremos más noticias en los próximos Goya, ya que es la cinta cubana enviada para representar a su país en los premios del cine español (y que no se ha estrenado en Barcelona, así que imagino que a parte de en Madrid, en pocos o ningún sitio), la comedia romántica americana de la semana (no falla jamás), la muy temible Dime con cuántos y la animación española para la ocasión Scuff en Halloween, de la que no tengo ninguna referencia.

Pues esto ha sido todo. El plato fuerte de la semana que viene es sin duda la espléndida Melancholia de Lars von Trier. Y a parte intentaré hablar de Habemus papam  de Nani Moretti y recuperaré otra crítica de una peli vista en Sitges, la polémica Verbo. La cartelera está genial ahora. Aprovechadlo.