Sean Baker es uno de los
cineastas indies americanos más injustamente desconocidos en España, ya que su
corta carrera está llena de nominaciones y exitosos premios en lo que a cine
independiente se refiere. Tras la potente Starlet,
Baker regresa con una historia grabada con un Iphone 5, lo que otorga a la
película una textura y una filosofía completamente indie que recuerda a algunos
trabajos del primer Greg Araki, por poner un ejemplo. Las protagonistas son dos
prostitutas transexuales que trabajan en Los Ángeles. Una de ellas, sale de la
prisión tras unos pocos días entre rejas y se entera de que su novio le ha sido
infiel con otra prostituta, además no transexual. Decide ir a buscarla para
darle su merecido. El enredo, al que se suman otros personajes (y el LA menos
glamoroso como un personaje más) está servido. Con tono de comedia cargada de
ordinariez pero dejando espacios para visibilizar dramas y soledades, Tangerine sorprende por su atrevimiento
y frescura y dará de que hablar en los próximos meses.
Sorprendente película de zombis
con un estelar Arnold Schwarzenegger exhibiendo esas dotes de interpretación
que ha ido adquiriendo con los años. En realidad, en Maggie los zombis son un pretexto para realizar una triste película
sobre la pérdida y el dolor que supone aceptarla. Nos encontramos en un futuro
distópico y con un virus temible que convierte a los que se infectan, en zombis
que deben ser aniquilados a las pocas semanas de su infección. El drama está
servido cuando la hija del personaje al que interpreta Schwarzenegger adquiere
la enfermedad. Dudas sobre como resolver su muerte y momentos mágicos conscientes
del final de una relación, mezclados con otros de dolor y con la tensión propia
de la enfermedad. Una cinta triste y sencilla, rodada con elegancia, que usa el
terror como pretexto para contar una historia dramática con más pretensiones de
las que a priori parece.
De Tailandia nos llegaba el incombustible Apichatpong Weerasethakul con Cemetery of Splendour, una de sus películas de hospitales (su otro gran nucleo son las que suceden en la selva) en que el director nos vuelve a contagiar de su tempo letárgico, pero también ligérsico, para hablarnos de unos soldados afectados por una extraña enfermedad del sueño. Lo local se vuelve a unir a lo universal, la realidad al sueño. Todo fluye. Esta vez no llega el milagro, pero los fans del director podrán volver a disfrutar de ese estilo tan inimitable, de ese cine que casi se desvanece.
Ya hacía más de cinco años que el
director Sean Byrne sorprendió en Sitges con su recomendable y loca ópera prima
The Loved Ones, así, la expectación
por ver su segunda película, The Devil’s
Candy, era importante. Aquí Byrne narra una película de enfoque algo más
clásico con casa encantada y posesión demoníaca, aunque su estilo diste mucho
de lo convencional y logre crear un ambiente enfermizo, muy tenso y cercano al
onirismo que apoyado en la música heavy que es otra protagonista más de la
película, obtenga como resultado la continua inquietud del espectador. A todos
estos logros hay que sumar un clímax final rodado con estilo y potencia. Solo
su resolución acomodada y cobarde, muy antagónica a lo que había mostrado hasta
entonces la película, tumba una gran parte de sus logros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario