sábado, 18 de diciembre de 2010

Crónica Off Cinemart (1)



Tokyo Sonata es la última película (lamentablemente pendiente de estreno en nuestro país)  del director japonés Kiyoshi Kurosawa. Si hasta ahora Kurosawa nos tenía acostumbrados a utilizar el género del thriller o del terror para contarnos historias de desestructuración familiar, incomunicación, soledad, culpa y tristeza, en esta ocasión, prescinde de la coartada del cine de género para tratar los temas habituales de su filmografía desde el drama minimalista e intimista. Nos muestra pues una familia japonesa común en que cada uno de sus componentes se siente solo y desligado de la comprensión y el apoyo de los otros. A partir de la pérdida del trabajo del padre (motivo de gran vergüenza en Japón) que no se atreve a revelar a la familia, los hechos y los afectos y los problemas se precipitan, emulsionan. Con una cámara pudorosa y discreta, con su estilo contemplativo, pausado, con gusto por los tiempos muertos y con una soberbia elegancia, Kiyoshi Kurosawa se doctora como director de cine con esta película tan sencilla como virtuosa. Aunque, sinceramente y a modo muy personal, me gustaba más alguna de sus propuestas genéricas como Kairo, Seance o Retribution.

Otra propuesta de sumo interés es la producción mexicana Somos lo que hay. Más cercana a algunos melodramas de Ripstein que al género fantástico (que utiliza como excusa para plantear temas más allá del género) la película nos muestra a una familia muy "especial" de una forma cruda, sucia, con una narración en que domina el recurso de las "elipsis" y que resulta una propuesta salvaje (no tanto en imágenes como en contenidos) que nos muestra un México brutal, amoral y malsano lleno de corrupción, de doble moral, de pobreza, de putrefacción espiritual. La película, que a veces se tiñe de un humor negrísimo, es sórdida e inquietante, genera interrogantes, se disfruta durante su visionado y gana con la reflexión. Realmente muy, muy interesante.

Mucho más discutible es la película española Fin. Rareza de muy bajo presupuesto sobre un grupo de jóvenes que deambulan por un bosque a la espera de algo que han acordado hacer allí, pero que se nos oculta durante el metraje de forma un poco forzada, la película tiene como referentes  al cine de Gus van Sant y en cierta manera de Haneke, pero está a millones de años luz de aquéllos. Admirando la valentía de una propuesta tan arriesgada en un panorama nacional tan desalentador, lo que nos corresponde analizar es si la película transmite lo que pretende, es decir el vacío de los adolescentes protagonistas y por lo tanto si el fin justifica los soporíferos medios. Y la respuesta es no. Donde Van Sant crea un vacío existencial y nihislista que acaba emergiendo de las imágenes, de los protagonistas, Fin no logra más que el tedio y la desafección con unos chavales que no logran trasmitir la desesperación que les ha llevado a aquella situación. Casi sin guión, con interpretaciones justitas y con algún que otro tópico que denota escasa inteligencia, la película es como mucho interesante, seguro valiente, pero claramente fallida.

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