Entre el 24 de abril y el 3 de mayo se celebra en Barcelona el festival D'A, Festival Internacional de Cine de Autor de Barcelona, que llega ya a su quinta edición, más consolidado que nunca. Tras Americana o Mecal, el D'A sigue colmando la oferta cinematográfica de una ciudad que no se puede quejar de ello, ya que casi cada mes tiene un festival o un evento que hace que los cinéfilos estemos ocupados.
La película encargada de inaugurar esta quinta edición ha sido Saint Laurent, del director francés Bertrand Bonello, director a quien el D'A dedica una retrospectiva completa, incluidos sus varios cortometrajes. De los seis largometrajes de ficción que Bonello ha realizado hasta la fecha he podido ver hasta cuatro. Y si algo tienen en común todos ellos es su forma de narrar algo dispersa, caprichosa, sus personajes atormentados y alejados de la cánones que marca la sociedad y sus escenas arriesgadas que buscan el morbo o el escándalo como marca de autoría. En Le pornographe, su segunda película, el personaje outsider es un director de cine porno que se siente artista y que vive con cierta vergüenza su trabajo. El escándalo viene dado por atreverse a incluir una escena de porno explícito y en este caso, la dispersión narrativa juega en su contra pues la película termina por no ir a ninguna parte. Su siguiente película, Tiresia, nos habla del secuestro de un transexual, con una primera mitad muy enfermiza en la que los personajes atormentados son tanto el transexual como su secuestrador. Con un aire malsano, sin escatimar detalles del físico del transexual, ni tan solo cuando el secuestro le obliga a prescindir de su medicación y su feminidad se va diluyendo, la cinta da un vuelco narrativo en su segunda mitad y su paranoia, juega de nuevo en su contra llevando hacia la mediocridad lo que hasta entonces estaba siendo una película muy contundente. Antes de la inauguración que hoy nos ocupa Bonello realizó su película más valorada hasta la fecha, L'Apollonide, aquí hay un rasgo novedoso respecto a su cine anterior y es un gusto por la elegancia y la soberbia estética, que se repetirá en Saint Laurent. Por lo demás, los personajes atormentados y al margen de la sociedad pasan a ser un grupo de prostitutas, el escándalo viene dado por diversas escenas desagradables relacionadas con el sexo o la violencia y la dispersión narrativa, más comedida que en las anteriores películas, la sabe controlar mucho mejor y logra que se convierta en un clima, un estado anímico que mece la película y nuestra percepción de la misma.
Así llegamos a Saint Laurent. En mi opinión su mejor película ya que la exquisitez de la forma que ya logró en su anterior film se une en este caso a una historia de marginalidad y tristeza existencial, a mi parecer, mucho menos impostada. Yves Saint Laurent pasa a ser aquí el personaje que pese a tenerlo todo, fama, dinero, talento, se siente vacío y desencajado de una sociedad que por otro lado le mima cuánto puede. El escándalo está muy atenuado. Hay un par de escenas algo subidas de tono pero nada capaz de molestar a mentes no demasiado mojigatas. La dispersión narrativa, el capricho, la ruptura con la biografía ordenada y convencional es una de las marcas autorales de la película. Pero de nuevo el recurso juega a su favor pues la película logra ir creando un poso de tristeza que va mucho más allá del detalle argumental concreto que se nos está explicando. Así pues Saint Laurent nos va mostrando la vida del artista y del hombre a retazos, con especial atención a los detalles, a los bocetos, a la moda, a los desfiles. Con especial atención a su tendencia a la depresión. Y retrata una época y una forma de ser y de vivir al límite y el arte que surge entre los diversos naufragios personales y sociales, entre las muertes que siempre escenifican los excesos.
Con un metraje algo excesivo como único punto en contra, lo que otorga a la cinta ciertos altibajos en su desarrollo, Saint Laurent tiene en su favor, además de ese poso de tristeza citada y esa estética apabullante, ciertos momentos excelsos que la elevan a una película de notable alto. Los minutos finales mezclando tiempos, resultados y consecuencias de la vida y los allegados de Yves Saint Laurent es sobresaliente. La fiesta gay o el primer encuentro entre Jacques y Yves son altamente adictivas y esa demostración final terrible de que nuestro protagonista está vivo con la mirada vidriosa es acongojante.
Saint Laurent nos narra un biopic de forma muy poco convencional. Se intenta acercar al detalle y a la esencia y alarga ambos hasta formar un todo que es más de sensaciones que de certezas biográficas. Bertrand Bonello navega por turbulencias y termina en un mar abierto, reposado, calmado pero infinito. De horizontes inciertos que nos quedan demasiado grandes. Maravillosa.
Un par de videos. El encuentro citado entre Yves y Jaques, todo muy pop y el trailer de la película. No os la perdáis.
Un par de videos. El encuentro citado entre Yves y Jaques, todo muy pop y el trailer de la película. No os la perdáis.
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