Entre nosotros, es una película alemana dirigida por Maren Ade, que triunfó en el pasado festival de Berlín alzándose con el Gran Premio del jurado y el Oso de plata a la mejor actriz para Birgit Minichmayr, que está realmente espléndida. La segunda película de esta prometedora directora, trata sobre la relación de una pareja y los problemas que surgen entre ellos a partir de unas vacaciones a Italia. Dirigida con sigilo, con brillantes diálogos, unas interpretaciones cargadas de naturalidad y unos silencios espléndidos, la película, que es irregular, se intenta acercar al cine de Bergman o de Antonioni lográndolo solo en parte, pero con suficientes atractivos como para que su visionado sea cuanto menos, interesante.
La última película de los hermanos Dardenne, se estrena en estos días con más de un año de retraso. Tras El hijo y El niño, los directores belgas tienen toda nuestra fe ciega en cualquier cosa que hagan y con El silencio de Lorna, que además ganó al mejor guión de Cannes del año pasado, había mucha espectativa, ya que se anunciaba que estábamos ante un cambio de registro. La verdad es que la película es buena y funciona en sus tres cuartas partes iniciales para llevarnos a una cuarta parte final que admitirá opiniones, pero que a mí, pese a entender el estado anímico de la protagonista, no acaba de convencerme. Por otra parte prefiero el estilo agresivo y sucio, cámara en mano y siguiendo nucas de sus anteriores trabajos, pero quizás, esta película sea mejor para los no iniciados en el cine de estos dos hermanos belgas, que ya son historia del cine reciente.
Más comercial aunque de interés significativo Splice, la nueva película de Vincenzo Natali, autor de la superlativa Cube y la brillante Cypher, nos lleva en este caso a una película mucho más convencional, una de ciencia ficción casi de serie B, aunque con dos buenos actores y brillantes efectos digitales. La creación de una vida de laboratorio y sus consecuencias, nos remite directamente a Frankenstein, aunque la película moderniza el monstruo de Mary Shelley y lo reescribe para el público de hoy en día. Splice es una película muy bien hecha, distraída, de un director de quien se espera alguna cosa más, pero que se mantiene fiel a un cine de ideas, elegante, que coquetea con la comercialidad, sin dejar por ello, de prestar atención a la historia que cuenta.
Toy Story 3, la nueva y brillante película de Pixar, no desmerece para nada a sus dos predecesoras e incluso contiene alguno de los mejores momentos de la trilogía. Precedido por el corto Día y noche, innovación y puro arte, Toy Story 3 nos habla del paso del tiempo y en este caso, el paso de la infancia a la adolescencia o juventud. El tema da suficiente juego como para crear algunos momentos dramáticos realmente emotivos, pero todo ello rodeado por un vendaval de diversión non stop, que recurre a tópicos de diversos géneros cinematográficos, desde la comedia al cine de acción, pasando por el género carcelario, el de gangsters e incluso el cine de terror y llevándolo al terreno de esos juguetes de animación casi realista, llevados por sentimientos tan básicos como universales, que divierten a todas las generaciones y a todos los críticos y cinéfilos que se acerquen a un cine. Pixar, una vez más, da en el clavo y contenta a niños de tres años y a críticos de Cahiers du Cinema. Quizás eso sea algo tan fácil de decir, como difícil de lograr. Quizás solo los genios puedam lograr esta aceptación y este juego de diferentes lecturas a diferentes niveles. Seguro que Toy Story 3 estará entre las mejores películas del año. Para todo el mundo.
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