jueves, 12 de octubre de 2017

3ª Crónica Festival Sitges 2017 (50 aniversario)

Shunji Iwai es un director japonés un poco al margen del sistema, con una narrativa muy especial, que sin embargo nos ha dado películas tan interesantes como Picnic, Todo sobre Lily o El caso de Hama y Alice. A Bride for Rip Van Winkle tenía el handicap de su duración, tres horas, sobre todo en el contexto de un festival en que a veces las películas especialmente largas tienden a atragantarse. Pero no fue el caso si no todo lo contrario. En su extenso metraje Shunji Iwai no solo nunca te hace caer en el sopor sino que además, y esta es una característica rara en el cine de hoy día, te va sorprendiendo a cada giro argumental. La película empieza en un sitio, continua por otro y termina en uno totalmente distinto. Y uno termina por enamorarse de unos personajes, que como la película, van de aquí para allá en busca de su propia dignidad, aunque esta suponga dar tumbos sin parar, para buscarse, para encontrarse, a veces para ser feliz, las más para salir a flote. A Bride for Rip Van Winkle son tres horas de humanismo, tres horas de personas japonesas que bien podríamos ser nosotros. Tres horas de cine sorprendente, cercano y entusiasta. Un must.

A David Lowery ya lo conocía. En Americana, festival en el que trabajo, programamos en nuestro primer año la hermosa y triste Ain't Them Bodies Saints, con Rooney Mata y Cassey Affleck. Así que cuando vimos el hermoso trailer de A Ghost Story con el mismo reparto que aquélla, no pudimos más que desear que la pudiésemos llevar a nuestra nueva edición de Americana en marzo. Pero el tema fantástico nos hizo temer lo que pasó. Que Sitges se nos adelantó. Dato al final irrelevante porque la película se estrenó semanas después de su pase en Sitges y por lo tanto, mucho antes de nuestro Americana. A Ghost Story, más que una película normal es un estado de ánimo. La tristeza lacónica ante la pérdida se apodera de la pantalla para terminar siendo un extraño poema sobre la tristeza infinita, intrínseca al ser humano, sus deambulaciones por la historia, el tiempo, sus penas infinitas. Con un final in crescendo que hace de su visionado una experiencia sensorial, trascendental, poética y sentimental difícilmente igualable en el cine actual. Pura magia. Porque la Mara al final se come el pastel. Y todo fluye...

Thelma de Joaquim Trier es otro de los grandes títulos de este Sitges. Terror psicológico y atmosférico, sensorial, de los de pensar y rellenar una vez finalizado el visionado. Estilizada historia de posesiones que también es historia de despertar sexual y emocional en la adolescencia, como otras propuestas actuales como Crudo o Blue my mind pero aquí todo mezclado con ese hieratismo nórdico, la religión y la homosexualidad. El cóctel resultante es cine de género de quilates, inquietante, con un magnetismo absoluto mérito tanto de la dirección de Trier como de la actuación de Eili Harboe. Cine de autor de género, una nueva ola que los últimos años está renovando el terror desde dentro, desde la misma entraña.

Kiyoshi Kurosawa es un clásico en  Sitges. Cierto es que los últimos años del cineasta son algo más irregulares y que un servidor no recuerda la contundencia y la excelencia de algunos de sus primeros trabajos en estos últimos tiempos. Título lejanos como Retribution, Kairo o Sense todavía no han sido igualados a día de hoy. Pero un poco a la contra, en Before We Vanish me parece que el prestigioso director japonés retoma algunas de sus virtudes de forma clara. Es cierto que a una película que confía en la inteligencia del espectador le sobra un final tan explicativo, pese a su romanticismo exacerbado y ese "oh" que expresa el chico al descubrir los sentimientos de su pareja y que es ya uno de los instantes más hermosos de Kurosawa, pero esa ciencia ficción que en el fondo de lo que habla es de alienación, ese ritmo pausado que nos cuenta lo que vemos para en el fondo mirar a la tangente, ese dominio de la técnica, de los espacios, de los silencios, de las metáforas, esa sociedad cambiante, difusa, perdida, éso, es puro Kiyoshi Kurosawa. Before We Vanish nos ofrece por momentos lo mejor del director, aunque a veces no termine de centrar su mirada y no termine de llegar a buen puerto.

Tras la apreciable Spring, Justin Benson y Aaron Moorhead regresan a Sitges con la adictiva The Endless. Ambos dirigen, producen, escriben, componen la música y actúan en la película. Al mérito de tal atrevimiento digno casi del renacimiento, el resultado es absolutamente destacable. The Endless es un rompecabezas que empieza como una peli indie de hermanos sin un lugar en el mundo y que durante su metraje flirtea con el terror, el cine de sectas, la ciencia ficción, los extraterrestres y los viajes en el tiempo. Ahí es nada. Con una dirección que va enseñando sus argumentos a pedazos, con calma, la película se disfruta como un rompecabezas paranoico que quizás, al final, peque un poco de gratuito. O no. Todo depende de las conclusiones que uno saque al juntar las piezas. Pero su mérito está ahí. Con muy poco más de una hora y media pegado a la butaca. Y unas cuantas horas después comiéndose la olla. ¿Quién da más?

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