martes, 20 de octubre de 2015

Crónica del Festival de Sitges 2015 (y 3)

Sean Baker es uno de los cineastas indies americanos más injustamente desconocidos en España, ya que su corta carrera está llena de nominaciones y exitosos premios en lo que a cine independiente se refiere. Tras la potente Starlet, Baker regresa con una historia grabada con un Iphone 5, lo que otorga a la película una textura y una filosofía completamente indie que recuerda a algunos trabajos del primer Greg Araki, por poner un ejemplo. Las protagonistas son dos prostitutas transexuales que trabajan en Los Ángeles. Una de ellas, sale de la prisión tras unos pocos días entre rejas y se entera de que su novio le ha sido infiel con otra prostituta, además no transexual. Decide ir a buscarla para darle su merecido. El enredo, al que se suman otros personajes (y el LA menos glamoroso como un personaje más) está servido. Con tono de comedia cargada de ordinariez pero dejando espacios para visibilizar dramas y soledades, Tangerine sorprende por su atrevimiento y frescura y dará de que hablar en los próximos meses.

Sorprendente película de zombis con un estelar Arnold Schwarzenegger exhibiendo esas dotes de interpretación que ha ido adquiriendo con los años. En realidad, en Maggie los zombis son un pretexto para realizar una triste película sobre la pérdida y el dolor que supone aceptarla. Nos encontramos en un futuro distópico y con un virus temible que convierte a los que se infectan, en zombis que deben ser aniquilados a las pocas semanas de su infección. El drama está servido cuando la hija del personaje al que interpreta Schwarzenegger adquiere la enfermedad. Dudas sobre como resolver su muerte y momentos mágicos conscientes del final de una relación, mezclados con otros de dolor y con la tensión propia de la enfermedad. Una cinta triste y sencilla, rodada con elegancia, que usa el terror como pretexto para contar una historia dramática con más pretensiones de las que a priori parece.

De Tailandia nos llegaba el incombustible Apichatpong Weerasethakul con Cemetery of Splendour, una de sus películas de hospitales (su otro gran nucleo son las que suceden en la selva) en que el director nos vuelve a contagiar de su tempo letárgico, pero también ligérsico, para hablarnos de unos soldados afectados por una extraña enfermedad del sueño. Lo local se vuelve a unir a lo universal, la realidad al sueño. Todo fluye. Esta vez no llega el milagro, pero los fans del director podrán volver a disfrutar de ese estilo tan inimitable, de ese cine que casi se desvanece. 

 Simpática película de serie b sin más pretensiones que distraer a fans del género, objetivo que logra con creces en una película compuesta por dos mitades claramente diferenciadas. Una primera muy contenida, con sustos y tensión dosificada que salvando mucho las distancias nos puede recordar al cine del gran Ti West. El tema mezcla casa encantada y recién llegados a ella y a un pueblo con habitantes muy inquietantes. Si en la primera parte la protagonista es la casa y los traumas que han llevado allí al matrimonio, en la segunda la acción y el terror se desata y explosiona en un festín de sangre, sustos y locura, todo con un tono muy ligero y festivo. Además el reparto está lleno de nombres emblemáticos del género, en especial esa Barbara Crampton que goza en los últimos años de una segunda carrera tras aquellos lejanos e inolvidables Re-Animator y Re-Sonator.

Ya hacía más de cinco años que el director Sean Byrne sorprendió en Sitges con su recomendable y loca ópera prima The Loved Ones, así, la expectación por ver su segunda película, The Devil’s Candy, era importante. Aquí Byrne narra una película de enfoque algo más clásico con casa encantada y posesión demoníaca, aunque su estilo diste mucho de lo convencional y logre crear un ambiente enfermizo, muy tenso y cercano al onirismo que apoyado en la música heavy que es otra protagonista más de la película, obtenga como resultado la continua inquietud del espectador. A todos estos logros hay que sumar un clímax final rodado con estilo y potencia. Solo su resolución acomodada y cobarde, muy antagónica a lo que había mostrado hasta entonces la película, tumba una gran parte de sus logros.

 Thriller a la antigua, con tres personajes que tras un encuentro casual se verán obligados a resolver en el presente, traumas que se ocasionaron en el pasado. Cocida a fuego lento, apoyándose en unas muy solventes actuaciones del trío protagonista, la película se desarrolla según los patrones establecidos en este tipo de cintas, sin lugar a la sorpresa, pero con corrección y una creciente tensión bien llevada. Unos minutos finales en que la película sí decide dejar su previsibilidad atrás, otorgan a The Gift sus mejores momentos, viscerales, sorpresivos, de tensión enfermiza. En resumen, una película más que disfrutable, para pasar un buen/mal rato sin muchas más pretensiones.

lunes, 19 de octubre de 2015

Crónicas festival Sitges 2015 (2)

Una de las propuestas más radicales y que hicieron de las delicias del sector más cinéfilo fue The assassin, una deconstrucción del lenguaje cinematográfico, un intento de rodar la evanescencia no solo a nivel formal (los velos, la distancia a la que se muestra la acción acaecida) sino también a nivel argumental. El siempre complicado, incorruptible y estimulante Hou Hsiao-hsien aporta al wuxia sus habituales tiempos muertos. No importa tanto la acción como lo que acaece mientras ésta se desata. Y lo que pasa es poco o nada. Conversaciones, esperas, tiempos muertos. Bella y pausada, con la hermosura eterna de Shu Qi, vaporosa, velada, con escenas de acción que el montaje hace casi imperceptibles, la película será obra maestra para algunos y sopor para otros. 

Love & Peace es mi pequeña reconciliación con el cineasta japonés Sion Sono. Tras diversos títulos suyos que me han saturado (en este mismo festival tuvimos la fallida Tag) Love&peace es un cuento infantil friki sobre un hombre inadaptado y su amor por una tortuga que mezcla comedia, delirio, cine infantil y kaiju. Difícilmente exportable del japón ya que juega con muchos de sus códigos y sus mundos, Sono satisface sin embargo a ese sector cinéfilo acostumbrado a los festivales con esta frescura que no puede no resulta simpática. Y ojo a la música. Terminaréis la película cantando. 

Muy estimulante también es Love, o como uno de los enfants terribles del cine actual se atreve con una historia de amor con mucho porno explícito creando unos cuadros visuales fascinantes, lisérgicos, de rojos hirientes. Una historia de desamor y tristeza existencial tan provocadora como auténtica. La nueva vuelta de tuerca de Gaspar Noé copntra el resptable. Ni se va a excitar con el porno ni le va a resultar la cinta de un visionado fácil. Con tiempos muertos parecidos a los que se suceden en cualquier relación, con celos y tristeza, con pasión desmedida y con hambre sexual, los protagonistas buscaran la felicidad pero jamás se acercarán a ella. Una película fascinante que sin llegar a la maestría de los dos anteriores trabajos de Noé, sobresale de la media y nos acmpaña tras abandonar la proyección. ëso sí, el ·D no sirve para nada.  

The Witch fue la exitosa película inaugural de Sitges y se llevó con casi unanimidad, excepcionales críticas. Mezcla una historia de integrismo religioso con elementos sobrenaturales,  en una aldea apartada de la civilización y construyendo la historia con lentitud, a base de pequeñas dosis de tensión crecientes. Una dirección precisa, un terror a lo desconocido y pero también a lo tangible que se fusionan y una música inquietante hacen del visionado de The Witch una experiencia terrorífica y malsana. Solo algunos momentos algo repetitivos en su tramo central, en que la historia parece repetirse, pueden criticarse en esta notable apuesta a contracorriente, en que interesa más la sensación de extrañeza que el susto fácil. El hype está muy alto tras su paso por Sitges. Y decepcionará a pocos. 

También muy esperada tras la anterior película de su director, Blue Ruin, Green Room comienza de forma excepcional con una banda de punk, atrapada en una habitación muy reducida tras dar un concierto en un garito neonazi y ver un asesinato del que jamás debieron  enterarse. La claustrofobia y la violencia seca de la primera mitad de la película es espléndida y corta la respiración. Pero los supervivientes deben intentar algo y en esa segunda mitad de juego del gato y el ratón, la película, sin dejar de ser interesante, pierde parte de la frescura y la asfixia que sí había logrado en su tramo anterior. Con todo, ese survival sin contemplaciones y realista sigue siendo disfrutable y pone definitivamente en el punto de mira a su director Jeremy Saulnier.

El 23 de octubre se estrena Victoria, un prodigioso plano secuencia de más de dos horas que nos sumerge en un thriller nocturno de una chica madrileña en Berlín, al juntarse con un grupo de chicos que tontean con la delincuencia en la noche menos apropiada. Muy bien interpretada (atentos a la joven promesa Laia Costa) y técnicamente impecable, la película adolece de algunos problemas de credibilidad como gran hándicap pero se ve con tensión, agrado y es aire fresco. 

domingo, 18 de octubre de 2015

Crónica del festival de Sitges 2015 (1)

Un año más el festival de cine fantástico de Sitges nos ha zambullido en una espiral de películas absolutamente abusiva y nosotros hemos vuelto al exceso y al torbellino de emociones que suponen estos intensos días. En los próximos posts voy a hablar de aquellas películas que merece la pena ver y en esta edición, obviaré aquellas que no me gustaron. Hemos visto más de 50 y muchas de ellas merecen la pena. Esperad a su estreno o estad atentos por ahí. Empezamos:



Mi película favorita del festival y seguro que uno de los mejores estrenos del año es para mi Youth, el esperado trabajo de Paolo Sorrentino tras su obra maestra La Gran Belleza. Sin llegar a los niveles de sublimidad de su anterior cinta, Sorrentino, con su estilo preciosista y grandilocuente, narra una historia coral con especial énfasis en los personajes que se acercan a la vejez. Sorrentino tiene magia. Y en varios momentos surge la poesía, la emoción, de nuevo la gran belleza. Con un Michael Caine sublime, económico a la hora de transmitir cualquier emoción con sus miradas, sus gestos, sus balbuceos y unos brillantes Harvey Keitel y Rachel Weisz, la película emociona, a veces es operística, a veces íntima, divertida y trisísima pero siempre un canto a la vida. 


También se pudo ver en Sitges La novia, una nueva y muy fiel adaptación de  las Bodas de sangre de Federico García Lorca, en este caso de enorme belleza plástica y que acompaña los versos del genio de unas imágenes muy sensoriales, convirtiendo la experiencia de su visionado en sensual y poética. Inma Cuesta en el papel de su vida está inmensa y le da a al personaje la fragilidad y pasión necesaria. Cada mirada, cada gesto, cada temblor es duda, es amor pasional, es locura. Cada centímetro de su piel es deseo, Toda ella es pasión Y esa misma pasión impregna cada plano de la película. Lorca estaría contento. La novia es pura poesía. Tiene previsto su estreno para el 11 de diciembre.

Ganadora del Premio Especial del Jurado, The Final Girls es una película completamente de género que sobresalió de la gran mayoría de películas de terror de la presente edición (quizás con la excepción de The Witch). Mezcla con acierto el homenaje al cine slasher de los 80 pero también tiene un pie en el cine familiar e inocente de esa década. Es un 70% Viernes 13 pero un 30% Regreso al futuro, para entendernos. La película se mueve en la cuerda floja entre ese homenaje, la parodia, la comedia, el drama familiar y el propio slasher. Pisa un terreno peligroso en que sería fácil caer en el ridículo pero no, cumple en todas sus pretensiones. Una chica, cuya madre fallecida en accidente de tráfico fue una de las actrices de uno de los slashers más importantes de la historia del cine, acude al homenaje que un grupo de frikis le dan a la película en su aniversario proyectándola en un cine. Pero un incendio en la sala hará que la chica y alguno de sus amigos se escapen abriéndose camino a través de la pantalla. ¿Hace falta que os explique dónde aparecen? El festival está servido. La diversión y ovaciones tras sus proyecciones en Sitges, memorables. 

Ya en los cines podéis ver El nuevo nuevo testamento, un cuento de humor muy cínico pero con elementos muy tiernos que en estética y vitalidad nos recuerda a Amelie. Dios existe, vive en Bruselas y es un amargado. Su hija, harta de él, escapa y se va a la búsqueda de seis nuevos apóstoles que le ayuden a difundir ese nuevo nuevo testamento del título. Los elegidos muestran un mosaico de los problemas y la pérdida de ilusión de nuestra sociedad. Pero la hija de Dios intentará volver a darles motivos para vivir. Tierna y blasfema, de estética colorista y naíf, la película es una imaginativa maravilla que recuerda a Amelie en lo estético y en algunos tonos vitalistas pero que también nos acerca a la locura y al exceso de su director, el belga Jaco Van Dormael que ya hace años nos sorprendió con esa maravilla titulada Mr.Nobody, que tampoco fue del gusto de todos. 

Ganadora del Premio a Mejor Película en Sitges, The Invitation es una película pequeñita pero narrada y rodada con una precisión asombrosa. Una pareja en coche se acerca a una casa a la que han sido invitados. Es obvio que la invitación les incomoda y que alguna cosa del pasado les hizo distanciarse de los anfitriones y del resto de invitados de la casa. Una vez allí, el ambiente se enrarece por momentos. Invitados que nadie conocía, actitudes extrañas y un comportamiento de los anfitriones que carga el encuentro de tensión. The Invitation triunfa con una propuesta pequeña pero sobresaliente en su desarrollo. Una cinta imprevisible que igual explosiona como implosiona, que igual te lleva hacia unas suposiciones como hacia las absolutamente contrarias en cuestión de segundos y que, pese a tomarse su tiempo, pese a ir cargando el ambiente sin prisa, terminará por resolverse. Y lo hará con contundencia. La gran ganadora del festival es un thriller de suspense adictivo que gustó a casi todos. Imprescindible. 

Aclamado guionista de películas como Olvídate de mí o Cómo ser John Malkovich, Charlie Kaufman decidió dar el salto a la dirección en el ya lejano 2008 con Synecdoche, New York, una muy densa película interpretada por el llorado Philip Seymour Hoffman que pecaba de excesiva en todos los aspectos. Era como si el guionista en su salto a la dirección se hubiese querido reservar la Historia de lo que ocurre por su extraña cabeza, lo absoluto. Y claro, terminaba por ser demasiado. Por eso quizás Anomalisa es una historia mínima de animación minimalista que ocurre en unas pocas horas y trata del enamoramiento, hartazgo del enamoramiento y hartazgo de sí mismo de su protagonista, un hombre de éxito pero lleno de manías y víctima de la soledad a la que su propio carácter le condena. Kaufman escribe la historia de forma carituresca pero no exenta de dolorosa precisión y nos brinda un personaje odioso que nos da pena. Un desgraciado, vamos. Probablemente el alter ego de su director y guionista. Un psicoanálisis divertido y triste. Puro Kaufman.